UKUMARÍ TRASLADA ABEJAS A ALBERGUE TEMPORAL

Llamado a no matar las abejas y dejar en manos de expertos el traslado hace la gerente Sandra Correa para la conservación de la especie.

El bien llamado “detrás de”, aquello que el visitante común no ve en el Bioparque Ukumarí, muchas veces está más lejos de lo que la imaginación alcanza. Visualizamos el mundo de cuidadores alimentando leones, veterinarios atendiendo las especies, biólogos en su trabajo y un ejército de personas preparando alimentos para los 388 animales que tiene Ukumarí. Aún así, estamos lejos de la realidad.

En la cabeza de pocos cabe que Ukumarí, con la dirección de un experto, Fernando Uribe, trabaje en la conservación de abejas y las traslade a albergues temporales en donde se mejora su genética y se repotencian para la producción.

El proceso en Ukumarí pasa por su misión de educar para el cuidado de las especies y para alcanzarlo se necesita de personas como Uribe, técnico y tecnólogo del Sena en conservación ambiental, oficio en el que se metió después de haber cumplido los 50 años y de haber trabajado, irónicamente, durante 22 años contaminando en una curtimbre y posteriormente como Secretario del corregidor de La Florida.

Del Bioparque, con toda la técnica y cuidados necesarios, trasladó dos enjambres que estaban cerca de alcantarillas cumpliendo con las dos funciones que considera vitales: Proteger a la comunidad, pero al mismo tiempo conservar la especie. Los enjambres en sus respectivas cajas son llevados al albergue temporal de abejas que tiene en su reserva natural ubicada en la Vereda San José de Pereira, sector La Cristalina, en donde se analiza durante veinte días su sanidad, parásitos y si los tienen se toman las medidas para salvar la reina y sus crías. Simultáneamente, se monitorea su comportamiento y si son muy defensivas. “ Las abejas cuando atacan es porque defienden su territorio y unas son más agresivas que otras, explica el experto. Cuando son muy defensivas cambian la reina, sacan larva de una colmena mansa de buena familia y buenas costumbres, la inician con jalea real y a los 11 días tienen una nueva reina con los mejores hábitos que permitirá que en tres meses exista una nueva colonia totalmente renovada si se tiene en cuenta que la abeja no dura sino 90 días.

La gerente de Ukumarí, Sandra Correa, coincide con Fernando Uribe, en las bases del proyecto: Educar a la gente para que no las moleste, cuando se atacan con un sombrero u otro elemento la abeja lo que hace es llamar a las guerreras que en 20 o 30 segundos estarán en el lugar cumpliendo con su misión: entregar la vida por la colmena, pican y mueren.

Es necesario generar conciencia, incluidas autoridades como los bomberos, en que hay que rescatarlas antes de fumigarlas o quemarles es una meta clara del Bioparque y por ello este especialista asiste a los colegios a enseñar a los jóvenes todo lo necesario sobre cuidado de abejas.

La Experiencia de Uribe, que nunca ha sido apicultor porque no se beneficia del producto de las abejas sino que las conserva y Ukumarí tiene claro que un manejo equilibrado y aprender a trasladarlas es la mejor forma de que estas realicen su labor como controladores biológicos de la mosca doméstica y otros insectos dejando vivir solamente las que necesita el parque lo que se ve reflejado en menos usos de insecticidas y previene enfermedades de las diferentes especies.

Los estudios al respecto de la labor que cumplen en el medio ambiente las abejas revelan que estas con sus 22 mil especies identificadas polinizan en el planeta el 80 por ciento de la flora. “La semilla es el origen de la vida y sin semilla no habrían arboles nuevos”, dice este apasionado por la conservación de la naturaleza y estudioso incansable de las abejas. Con esa misma pasión explica que en una colmena la reina, vive un promedio de 4 a 5 años y en ese periodo pone entre 2 mil y 2mil 500 huevos diarios y es fecundada una sola vez por el zángano cuya vida dura 6 meses y las abejas restantes forman parte de una familia eficiente cumpliendo en sus tres meses de vida labores que inician como barredoras, luego cuidadoras y finalmente exploradoras que son las que salen a buscar néctar polen y agua.

Su pasión, la que le permite el reconocimiento de entidades como Ukumarí dedicadas a la conservación, la descubrió desde que tenía 14 años y estudiaba en el colegio Inem de Pereira.

“Siempre tuve claro que quería terminar mis años en una finca, cuidando y disfrutando de la naturaleza y para ello he estudiado y trabajado fuertemente y hoy me precio de tener una reserva natural con el albergue de abejas que mantengo, entre otras cosas, con lo que llevan los estudiantes del Sena que van a recibir capacitación en un salón que adapte en la finca” y sentencia que de las 22 mil especies de abejas identificadas, solo hay 7 u 8 entre las que se cuentan la abeja melífera y las angelitas, que son las productoras de miel y las que interesan a los apicultores.

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